Vida y Milagros de Santa Dimpna; Santa Patrona de los enfermos mentales


Para que se vea, cuán poderoso es el amor ciego, y las horribles tinieblas, en que están los gentiles sin la luz de Cristo nuestro Salvador, y el espíritu y esfuerzo, que él da aún a doncellas tiernas y flacas, para defender su castidad y derramar la sangre por su amor; quiero escribir aquí la vida y martirio de santa Dimpna, virgen y mártir: la cual fue de esta manera.

En la isla de Hibernia, o Irlanda, hubo un rey gentil, poderoso, casado con una señora de extremada belleza, y por esta, y por otras buenas partes muy querida de su marido. Tuvo el rey de la reina su mujer una hija, muy parecida á la madre en la belleza, que llamaron Dimpna; la cual criaron con grande  regalo y cuidado, pero ella comenzando á tener edad y discreción tuvo conocimiento de Jesucristo, y se hizo cristiana, y le consagró su virginidad, menospreciando los bailes y otros entretenimientos y vanidades de la corte. Murió la reina su madre, y queriéndose el rey su padre casar otra vez, puso los ojos en su misma hija, pareciéndole, que no había otra mujer, que en hermosura con ella se pudiese comparar. Luego con esta pasión tentó el ánimo de su hija con caricias y blanduras, prometiéndole, todo cuanto tenia, si quería casarse con él. Cerró los oídos Dimpna a los silbos de aquella serpiente venenosa, respondiendo, que en ninguna manera consentiría en cosa tan abominable: y como el rey porfiase con tanta instancia, y ella con no menor resistencia, finalmente el rey enojado le dijo, que de grado, o por fuerza ella había de ser su mujer. Entonces ella, encomendándose de corazón al Señor, respondió á su padre: que pues así lo quería, le diese cuarenta días de término, y los atavíos, y vestidos ricos, y joyas, que era menester, para que ella se aparejase y compusiese, y le fuese más agradable; y él lo hizo todo con mucho gusto, creyendo, que ya su hija había mudado de parecer. Había en Hibernia a la sazón un sacerdote, que se llamaba Gereberno, varón  santo, que había sido confesor de la reina muerta, y había bautizado a Dimpna, y el que a ella, y su madre solía dar el santo Sacramento del altar. Con este consultó Dimpna , lo que había de hacer en un caso tan horrendo y peligroso; y el sacerdote de Dios le aconsejó, que se huyese de su padre, por no cometer tan detestable maldad, y ofreciose á acompañarla: y así con él, y con un criado de su padre y su madre, secretamente se embarcó, y por voluntad de Dios llegó á Amberes, y de allí pasaron a una aldea por caminos ocultos, por no ser conocidos: y en un lugar allí cerca, limpiándole de las malezas y espinas muchas, que había, labraron una casilla, para recogerse, y vivir desconocidos de todos, y estar seguros.
El rey estaba con gran deseo y gozo, aguardando el día de las bodas de su hija; y cuando supo, que se había ido, como estaba embriagado con el vino del amor, no se puede fácilmente creer la tribulación que tuvo, dando gemidos y bramidos de sentimiento y furor. Determinó buscarla por su misma persona, y sacarla de bajo de la tierra, o donde quiera que estuviese. La busco por todo su reino, y no la halló; y acompañado de mucha gente pasó el mar, y ordenándolo así el Señor, llegó a Amberes. Allí se detuvo algunos días, enviando por todas partes sus criados y ministros, para descubrir a su hija. Algunos de los criados llegaron á un pueblo y posaron en un mesón, y queriendo pagar al huésped, lo que debían, le dieron cierta moneda de su tierra; y el huésped dijo: Yo tengo otras monedas como esta, y no sé lo que valen. Y preguntándole los criados, de quién había recibido aquellas monedas; respondió (sin saber la causa  porque lo preguntaban), que una doncella hermosísima, que había venido de Hibernia y moraba allí cerca, se las enviaba por las cosas de comer, que para ella le compraban. Luego entendieron los criados, que aquella era la hija del  rey, que buscaban: fueron  allá, y la conocieron; y volviendo con grande alegría al rey, le avisaron, donde estaba su hija.
El rey, como si resucitara de muerte á vida, se puso luego en camino con su gente; y hallando a la santísima virgen, le habló amorosamente, convidándola á celebrar las bodas y cumplir su deseo. Estaba presente el santo sacerdote Gereberno, y tomó la mano y reprendió severamente al rey, por aquella maldad; aunque no tanto como él merecía: el cual rabioso y furioso, con los otros criados suyos, que allí estaban, apartando al santo sacerdote de Dimpna, le hicieron pedazos. Después tornó a combatir, y a dar más recios asaltos a la virgen, amenazándola de muerte; si no consentía: y como no la pudiese rendir, no hallando entre sus criados persona tan bárbara, que quisiese manchar sus manos con la sangre de aquella purísima virgen, y ejecutar tan gran maldad , él mismo con sus manos cortó la sagrada cabeza a su hija: y muy contento, porque se había vengado de ella, como  cristiana y enemiga de sus dioses, y desobediente y repugnante á su voluntad, se volvió á su casa, dejando en el campo los sagrados cuerpos de los mártires, para que fuesen comidos de las aves y de las fiestas. Pero no permitió el Señor, que fuesen tocados de las bestias, aunque estuvieron algunos días así arrojados por el campo; antes algunos moradores de aquella tierra, movidos de piedad, los recogieron y enterraron en una cueva, en donde comenzó el Señor a magnificarlos con muchos y grandes milagros, que cada día obraba en aquel lugar: de lo cual  movido el clero y el pueblo de aquella comarca, determinaron  buscar  honrar los santos cuerpos, y cavando la tierra, hallaron dos tumbas, o dos sepulcros de mármol blanco más que la nieve (no habiendo en toda aquella tierra, sino piedra tosca y negra): y para que se entendiese, que aquella obra no había, sido hecha por mano de nombres, sino de ángeles, los sepulcros de mármol eran hechos con primor y arte, y no tenían ninguna juntura, antes cada sepulcro parecía de una pieza, y en ellos estaban  los dos cuerpos santos, el de la virgen, y el del sacerdote. Con este milagro la gente comenzó a avivar mas su fe, y a despertar mas su devoción, y a concurrir de todas partes á aquel lugar, para implorar del Señor  salud y otras mercedes por intercesión de los santos; y Dios se lo concedía con  liberal y larga mano. Después se llevó el cuerpo de san Gereberno á Xantes, y el de santa Dimpna quedó en Ghele, que fue el lugar de su martirio; y pasados algunos años, el obispo de Cambray con toda la clerecía, e innumerable muchedumbre de pueblos, trasladó su sagrado cuerpo de aquel sepulcro de mármol á una arca de oro y plata, y piedras preciosas, a los 15 de mayo, habiendo sido el día de su martirio á los treinta días del mismo mes. Está vez, cuando abrieron la tumba de mármol en que estaba, hallaron sobre su cuerpo una  rica piedra colorada, en la cual estaba escrita Dimpna. Su vida escribió Pedro, canónigo de san Hauberto de Cambray, y la trae Surio en su tercer tomo. Hace mención de ella el Martirologio romano, y el cardenal Baronio en sus anotaciones; Juan  Molano en las que hizo al de Usuardo, y en el Índice de los santos de Flandes: donde dice, que murió la sagrada vírgen, por los años de 600, y que .entre los otros milagros, pues obra Dios por ella, particularmente echa los demonios de los cuerpos por su intercesión, y que por esta causa la pintan con un demonio atado, y que por huir de la pronunciación dura de Dimpna, muchos la llaman santa Digna, por ser voz más blanda y suave.
¿Quién, leyendo lo que queda escrito, no se mueve, y no admira, y conoce la flaqueza y miseria de los hombros; pues un hombre vino á tan gran ceguedad y locura, y á tan profundo abismo de maldad, que siendo padre se quiso casar con su propia hija, y le dio la muerte con sus propias manos, porque no consintió? ¿Cómo se echa de ver la sombra de muerte, en que viven  los gentiles; y la lumbre del cielo, de que gozamos los cristianos? ¿El furor,e Ímpetu, con que son arrebatados los hombres viciosos de sus pasiones; y la fuerza, gracia y espíritu, que nuestro Señor da á los suyos, para vencerlas? El cual adornó a esta santa virgen con el don de la castidad: la inspiró, para que la defendiese: la esforzó, para que muriese por ella y por su fe; y finalmente la honró, y glorificó, dándole sepultura labrada por manos de ángeles, y  victoria tan ilustre de los demonios, y esclareciéndola con tantos y tan diversos milagros. Él sea bendito para siempre, como autor y obrador de tan  grandes maravillas. Amén. 

 Oración
Señor Dios amador de la castidad hermosa: conserva la salud del alma, y cuerpo, en todos los que reverenciamos el transito feliz, de la Bienaventurada Santa Dimpna, que murió en defensa de su virginidad, para que devota y fielmente te sirvamos.
Por Nuestro Señor Jesucristo, tu hijo que contigo vive y reina en    unidad con el Espíritu Santo. Amén


 Otra
Señor, Dios nuestro, 
Amablemente adoptaste a Santa Difna 
como patrona de aquéllos afligidos 
con desórdenes mentales y nerviosos. 
Ella es fuente de inspiración 
y símbolo del amor para todos quienes piden su intercesión. 
Por favor concede, Señor, 
a través de las oraciones de esta pura y joven mártir, 
alivio y consuelo a todos los que sufren tales pruebas, 
y en especial a aquéllos por los que nosotros oramos. 
(Aquí se mencionan los nombres de aquéllos por los que usted
desea orar). 
Nosotros te suplicamos, Señor, 
oír las oraciones que Santa Difna presenta en nuestro nombre.
Concede a todos aquéllos, 
por los que nosotros oramos, 
paciencia en sus sufrimientos 
y resignación ante tu voluntad. 
Por favor llénalos de la esperanza, 
y concédeles el alivio y cura que tanto desean. 
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor 
que sufrió la agonía en Getsemaní. 
Amén.

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