San Cristóbal, antes se llamaba Offerus, y era un verdadero gigante, tanto por el desarrollo de sus miembros, como por su extraordinaria fuerza, se instalo en la corte de un monarca poderosísimo, el que se felicitaba de la adquisición de un hombre tan valiente y robusto, hasta que un cierto día un hechicero pronuncio el nombre del diablo en presencia del rey; este aterrorizado hizo al instante la señal de la cruz. "¿A qué vienen esto? " pregunto Offerus, "Por miedo que tengo al diablo respondió el rey". Pues si le temes no eres tan poderoso como él. Cosa hecha; ahora mismo me voy a servir al diablo. Y Offerus marcho de aquel lugar.
Después de andar mucho, vio venir hacia el jinetes armados y capitaneados por un individuo enteramente vestido de negro y de aspecto aterrador, quien le dijo a Offerus - ¿a quién buscas?- Busco al diablo para servirle -¿A diablo?- pues mira, yo soy.
Offerus se agrego en seguida a aquella comitiva, y siguiendo su camino se encontraron a mitad del, con una cruz erigida allí. Al verla el diablo de repente se detiene y manda a su gente volver atrás. ¿Por qué hemos de retroceder así? -pregunto Offerus- por miedo que tengo a la imagen de Cristo contesto el diablo. Pues entonces si tu le temes a la imagen de Cristo, eso demuestra que no eres tan fuerte como él, por lo tanto te dejo y me voy con Cristo.
Offerus tomo otra dirección, no tarda en encontrar un ermitaño, a quien pregunto: ¿Donde está Cristo?- En todas Partes respondió el ermitaño - No te entiendo- dijo Offerus- pero si eso es verdad, dime que servicios puede prestarle un hombre robusto e inteligente como yo
Pues a Cristo se le sirve con oraciones, ayunos y vigilias añadió el ermitaño. A quien replico Offerus , yo no puedo orar, ayunar ni velar, porque no conozco estas prácticas, y así enséñame otras maneras de servirle.
El ermitaño lo condujo entonces junto a un torrente que bajaba impetuoso de la montaña. Los infelices le dijo, que pretenden atravesar esta corriente perecen ahogados. Quédate, pues, aquí y conforme vayan viniendo llévalos, a cuesta, de una orilla a otra que haciéndolo por amor a Cristo te reconocerá por un servidor suyo. Esto ya me gusta, y de esta manera me pongo a en seguida a servir a Cristo.
Construyo allí mismo la choza; día y noche pasaba a los viajeros de uno a otro lado del torrente. Aconteció una noche que, rendido por el cansancio, se había dormido, y se despertó por la voz de un Niño que le llamo tres veces por su nombre. Levantándose enseguida, y cargando al niño a cuestas, entro en el torrente De pronto creció con furia la corriente, y el niño empieza a pesarle de un modo extraordinario. Offerus arranca un árbol para apoyarse y darse más fuerza, pero la corriente sigue creciendo y el niño se convierte en una carga insoportable. Offerus temeroso de que el niño se le cayera al agua levanto la cabeza, y mirándolo le dijo Niño pesas de tal modo que me parece llevo el mundo encima. A lo que el niño contesto Has de saber que no solo llevas al mundo, sino al creador del mundo. Yo soy el Cristo tu Señor y tu Dios a quien debes servir. Te bautizo en nombre de mi Padre, en mi nombre propio, y en nombre del Espíritu Santo De hoy en adelante te llamaras Cristóbal, que quiere decir: Que lleva a Cristo.