Oraciones a San José

 ORACIÓN A SAN JOSE

A vos, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra santísima esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María Madre de Dios os tuvo unido, por el paterno amor con que abrazasteis al niño Jesús; humildemente os suplicamos que volváis benignos los ojos a la herencia que con su sangre adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades.
Proteged ! oh providentisimo custodio de la Divina Familia! la escogida descendencia de Jesucristo; apartad de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro esta lucha con el poder de las tinieblas y como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia Santa de Dios de sus enemigos y de toda la adversidad, ya a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que a ejemplo vuestro, y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir, y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén
 
Nuestro Stmo Padre León  XIII, en su carta encíclica del 15 de agosto de 1889, recomienda y aun prescribe la precedente oración especialmente después del Santo Rosario, durante el mes de octubre, y ha conseguido una indulgencia de siete años y siete cuarentenas a los fieles por cada vez que la recen devotamente.

OFRECIMIENTO DEVOTISIMO DE LA SAGRADA PASION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO.

Se distribuye por los siete días de la semana; con una oración para cada día después de los ofrecimientos, y para ganar las santas indulgencias concedidas por cada uno de ellos.

EXORTACION.
Siendo santo, y provechoso el pensamiento de rogar a Dios por las benditas almas del Purgatorio, para que sean libres de la prisión en que las tiene la Divina Justicia: Santo y provechoso será el poner en ejecución tan loable pensamiento: no admite duda. Si llegase uno de nosotros a las puertas del Purgatorio y viese a sus padres, abuelos, hermanos, parientes, y amigos, padeciendo en aquellos terribles calabozos, intolerables, e indecibles penas, y que haciendo cargo de su descuido le decía: compadeceros de mí, compadeceros de mí, a lo menos, los que sois mis amigos, porque la mano de Dios me castiga! ¿Qué hiciera para librarlas, o siquiera para aliviarlas de tan horrorosos tormentos?¿Mas qué no hiciera el que (por mucha misericordia de Dios) tomara a buen partido verse en aquella cárcel, con cierta ciencia, y esperanza firme de gozar de Dios en perpetuo descanso por toda la eternidad?.

Oración por las almas del purgatorio

Padecen acerbisimamente, o cristiano, en el fuego del Purgatorio, apartadas del sumo Bien a quien solamente suspiran, con indecibles ardores, infinitas almas hijas y esposas de Dios, muy amadas por la caridad con que pasaron de esta, a la otra vida, pero deudoras todavía a la divina justicia de la pena temporal debida a sus culpas y no satisfecha en este mundo. Incapaces de satisfacer por sí mismas más que con padecer, no pueden salir de allí si no han pagado toda su deuda, donec reddant novissimum quadrantem. Dios por el amor que tiene a ti y a ellas, ha querido para provecho de ellas y mérito tuyo que tú tengas aquí mientras vivas el poder ofrecer los méritos y la sangre de Jesucristo en sufragio suyo para librarlas de tan grande pena. No quieras pues defraudar a ellas de tal ayuda y a ti de tal mérito. No pase día que no aproveches por su rescate tan gran tesoro. Muévete el gusto que con esto darás a Dios que tanto las ama. Muévete la compasión de lo que padecen las almas de tus prójimos, y tal vez de tus parientes y amigos más amados; compasión que algún día tal vez desearás tú en vano para ti si no la has tenido para ellas. Muévete lo mucho que rogarán por ti, mayormente encontrándose por tu medio en la gloria, de lo que te provendrán grandísimos bienes, así temporales como espirituales y eternos. Sufrágalas todas, que todas lo merecen; pero puedes también distinguir cada día entre todas aquella que se te señala por los motivos que brevemente encontrarás notados en cada día de la semana. Te puedo decir que practicando devotamente cada día con fidelidad este breve ejercicio, ha producido a muchos aún en esta vida gracias notabilísimas: te deseo otro tanto, y vive feliz.

Vida de los Santos:San Cristóbal

San Cristóbal, antes se llamaba Offerus, y era un verdadero gigante, tanto por el desarrollo de sus miembros, como por su extraordinaria fuerza, se instalo en la corte de un monarca poderosísimo, el que se felicitaba de la adquisición de un hombre tan valiente y robusto, hasta que un cierto día un hechicero pronuncio el nombre del diablo en presencia del rey; este aterrorizado hizo al instante la señal de la cruz. "¿A qué vienen esto? " pregunto Offerus, "Por miedo que tengo al diablo respondió el rey". Pues si le temes no eres tan poderoso como él. Cosa hecha; ahora mismo me voy a servir al diablo. Y Offerus marcho de aquel lugar.
Después de andar mucho, vio venir hacia el jinetes armados y capitaneados por un individuo enteramente  vestido de negro y de aspecto aterrador, quien le dijo a Offerus - ¿a quién buscas?- Busco al diablo para servirle -¿A diablo?- pues mira, yo soy.
Offerus se agrego en seguida a aquella comitiva, y siguiendo su camino se encontraron a mitad del, con una cruz erigida allí. Al verla el diablo de repente se detiene y manda a su gente volver atrás. ¿Por qué hemos de retroceder así? -pregunto Offerus- por miedo que tengo a la imagen de Cristo contesto el diablo. Pues entonces si tu le temes a la imagen de Cristo, eso demuestra que no eres tan fuerte como él, por lo tanto te dejo y me voy con Cristo.
Offerus tomo otra dirección, no tarda en encontrar un ermitaño, a quien pregunto: ¿Donde está Cristo?- En todas Partes respondió el ermitaño - No te entiendo- dijo Offerus- pero si eso es verdad, dime que servicios puede prestarle un hombre robusto e inteligente como yo
Pues a Cristo se le sirve con oraciones, ayunos y vigilias  añadió el ermitaño. A quien replico Offerus , yo no puedo orar, ayunar ni velar, porque no conozco estas prácticas, y así enséñame otras maneras de servirle.
El ermitaño lo condujo entonces junto a un torrente que bajaba impetuoso de la montaña. Los infelices le dijo, que pretenden atravesar esta corriente perecen ahogados. Quédate, pues, aquí y conforme vayan viniendo llévalos, a cuesta, de una orilla a otra que haciéndolo por amor a Cristo te reconocerá por un servidor suyo. Esto ya me gusta, y de esta manera me pongo a en seguida a servir a Cristo.
Construyo allí mismo la choza; día y noche pasaba a los viajeros de uno a otro lado del torrente. Aconteció una noche que, rendido por el cansancio, se había dormido, y se despertó por la voz de un Niño que le llamo tres veces por su nombre. Levantándose enseguida, y cargando al niño  a cuestas, entro en el torrente De pronto creció con furia la corriente, y el niño empieza a pesarle de un modo extraordinario. Offerus arranca un árbol para apoyarse y darse más fuerza, pero la corriente sigue creciendo y el niño se convierte en una carga insoportable. Offerus temeroso de que el niño se le cayera al agua levanto la cabeza, y mirándolo le dijo Niño pesas de tal modo que me parece llevo el mundo encima. A lo que el niño contesto Has de saber que no solo llevas al mundo, sino al creador del mundo. Yo soy el Cristo tu Señor y tu Dios a quien debes servir. Te bautizo en nombre de mi Padre, en mi nombre propio, y en nombre del Espíritu Santo De hoy en adelante te llamaras Cristóbal, que quiere decir: Que lleva a Cristo.